Tener «una manía» (comportamiento maniático) es sentir  una fuerte necesidad de realizar una acción  o serie de acciones (o de llevarla a cabo de un  modo concreto) que no tiene ninguna utilidad coherente.

Muchas personas tienen pequeñas manías; si no desean deshacerse de ellas y no les resultan molestas… no hay por qué etiquetar su comportamiento como «un  problema». El perfeccionismo y otros estilos de pensamiento rígido suelen dar lugar a pequeños comportamientos maniáticos  que, aunque  no revisten gravedad, se pueden tratar para eliminarlos.

Desde el punto de vista de la salud psicológica,  las manías dejan de ser inofensivas cuando se consolidan una serie de conductas pre-fijadas (rituales) que se necesita realizar imperiosamente para sentirse bien (y calmar la ansiedad inmediata). En tal caso, deberíamos intentar que  la situación no derive en un problema Obsesivo Compulsivo (TOC).

Las manías o conductas compulsivas que podemos considerar de riesgo son muy variadas y engloban todo tipo de  pensamientos y conductas «inservibles» a las que siempre les antecede una necesidad casi forzosa de realizarlas. Estas prácticas quitan tiempo, limitan el funcionamiento de la persona y pueden generar mucho malestar.

En adolescentes…

Es habitual que algunos  adolescentes guarden en secreto  “pequeñas manías” durante mucho tiempo: repetir palabras en voz baja, masticar la comida un número determinado de veces, o cualquier pequeño «ritual» que puede convertirse poco a poco en una verdadera necesidad para el joven. Los padres deben prestar atención a estos comportamientos.

Mediante la psicoterapia el cliente-paciente aprende a observar e identificar los mecanismos de pensamiento obsesivo y a afrontar la ansiedad que produce dejar de llevarlos acabo, para hacerse de nuevo con el control en la toma de decisiones y la generación de pensamientos y conductas, entre otras cosas.