Problemas de juventud

En la adolescencia y la primera juventud la actividad fisiológica y mental es muy alta. El/la  joven está  re-aprendiendo formas de acutar para resolver nuevas necesidades sociales y personales (familia,   amigos, pareja); se cuestiona la forma de pensar y los valores y la sexualidad se convierte en una prioridad. Además,   en esta época suele aumentar la exigencia académica y se adquieren otras responsabilidades ligadas al inicio en la vida adulta… Si al adolescente le ocupa especialmente dar sentido a la vida, el malestar psicológico está asegurado…

Muchos adolescentes sufren ansiedad o se encuentran deprimidos (las estadísticas hablan del 15-20%). Estar estresado, ansioso o tener un estado de ánimo deprimido  no forma parte de un proceso normal por el que necesariamente haya que pasar. en la adolescencia. Sufrir ansiedad de forma intensa es un factor de riesgo para desarrollar problemas más importantes.  Por otro lado, la llamada “crisis de la adolescencia” (acompañada de enfados, conflictividad, ánimo depresivo) se puede y se debe evitar o controlar.

En la juventud  ya se han ido superando muchas de las dificultades propias de la adolescencia.

Sin embargo, la jueventud (hasta los 30 años aproximadamente) es una etapa inestable. Puede existir incertidumbre respecto al trabajo, tener problemas de pareja, tener dudas respecto a la elección profesional, no encontrar un aliciente motivacional,  independizarse…

La inestabilidad circunstancial no es de por sí una situación negativa, pero hace más probable que se surjan problemas relacionados con el estado de ánimo y la ansiedad, especialmente si el joven tiende a un estilo de pensamiento negativo o a ser ansioso, por ejemplo.

Los problemas comunes que aparecen en la adolescencia y la juventud tienen que ver con el estado de ánimo, el estrés y la ansiedad, y su manifestación en forma de conflicto.

El estrés y la ansiedad suelen ser el origen de otros problemas psicológicos. Las reacciones al estrés típico de esta etapa pueden ser una mezcla de síntomas de depresión y ansiedad, y también puede manifestarse en forma de conflictividad e irascibilidad.

Situaciones que provocan estrés: acumulación de trabajo académico,  problemas de “enamoramiento”, dificultades de integración en el instituto/universidad/trabajo, falta de amigos, discusiones y conflictividad con los padres…

Síntomas que pueden derivar del estrés prolongado: actitud depresiva, nerviosismo y “ánimo preocupado”, dificultad para concentrarse, lloro o explosiones de ira, retraimiento social. Problemas para dormir, cansancio; comer, beber o fumar en exceso.

Los adolescentes y jóvenes con altos niveles de estrés y/o ansiedad, suelen mostrarse inseguros, perfeccionistas, y/o  reflexivos y tienen una necesidad muy alta de sentir aprobación por parte de los demás. Por lo general, confían poco en sí mismos (déficit de autoestima) y sienten  temor (o ansiedad anticipada) ante muchas situaciones.

Dentro de los adolescentes que sufren ansiedad, un amplio grupo presenta problemas de habilidades sociales.

La ansiedad debe mantenerse dentro de unos límites seguros, para que no afecte de manera negativa o drástica en su vida.

Cuando la ansiedad es muy elevada y gira entorno a situaciones sociales (miedo excesivo a lo que “piensan los demás”, miedo a hablar en grupo, incluso miedo a quedarse bloqueado y no saber qué decir con un grupo de compañeros, acompañado de síntomas físicos: hablamos de un problema de “ansiedad social”.

La crisis de ansiedad es “la ansiedad en su grado máximo”. Aparece de forma brusca y suele ser de corta duración, aunque muy intensa: se experimenta la sensación de que “te va a dar algo” o de muerte inminente. Entre sus síntomas destacan las palpitaciones, sudoración, temblores y sensación de ahogo, así como dolor en el pecho y molestias alrededor del corazón. Pueden existir episodios en los que el adolescente se siente como “fuera de sí”, “no se reconoce a sí mismo” pierde “el sentido de realidad” (crisis de despersonalización).

Hay que recordar que el «estado de ánimo deprimido» es común en los adolescentes; por ello muchas veces no se le presta la atención que debería.

La depresión en los adolescentes y jóvenes también puede pasar desapercibida. Si crees que tu hijo puede estar sufriendo depresión consulte el apartado: Depresión en Adolescentes

Adolescentes y jóvenes tienen pequeñas manías; hay que tener cuidado con que no se conviertan en un Trastorno Obsesivo Compulsivo, pues, en tal caso, se trataría de un problema serio. Los padres deben estar atentos porque es habitual que los adolescentes guarden en secreto estas “pequeñas manías” durante mucho tiempo (repetir palabras, separar la comida por colores, o cualquier ritual que pueda derivar en una “necesidad” para el joven”).

En un momento dado todo el mundo puede no poder dejar de pensar en algo. En los jóvenes y adolescentes esto es mucho más frecuente porque su actividad neuro-psicológica es elevada y hay zonas cerebrales que no han terminado de madurar. Pensar en algo demasiado se convierte en un problema cuando el joven «no puede parar» y tiene la sensación de que «su mente ha tomado el control». Ésto le puede producir la idea de que se está «volviendo loco». Los pensamientos o los temas recurrentes que le preocupan aparecen a lo largo del día impidiéndole ccentrarse en actividades normales y creando un malestar intenso o moderado.